El ronquido, también se ha demostrado que es anormal. Existe evidencia clara de que el roncar de asocia a daño de las arterias que llevan sangre al territorio cerebral, lo que contribuye a un mayor riesgo de infarto cerebral debido a la vibración que provoca el ronquido sobre las arterias del cuello. Junto a ello, es un factor que provoca serios problemas de pareja, siendo el tercer causal de divorcio en USA.
En niños, la apnea tiene un claro y demostrado efecto deletéreo sobre los niños que la padecen. Se asocia a déficit atencional y problemas de aprendizaje, todos derivados de una mala oxigenación cerebral. Tratar a estos pacientes de manera adecuada y cuando corresponde es fundamental, y no es bueno esperar a la resolución espontánea de la apnea (algo que ocurre en ocasiones, debido al crecimiento del niño) por los años de mala oxigenación que pueden traer consecuencias no conocidas hasta ahora. El tratamiento precoz de estos pacientes es muy importante y debe ser considerado un tema de salud pública.
El ronquido infantil, sin apneas, también requiere un tratamiento precoz. Estudios de niños a los que se les ha realizado estudio del sueño y en los que no presentaban apneas, han demostrado que el tratamiento de estos niños roncadores mejora los síntomas de déficit atencional y mal dormir, algo muy frecuente en la población. Junto a ello, es causal de respiración oral persistente, lo que provoca alteraciones en el desarrollo dentofacial de los niños y afectando notoriamente su pronóstico odontológico. El tratamiento de la apnea y del ronquido en niños es casi siempre quirúrgico, siendo la adenoamigdalectomia el manejo habitual y que ofrece una mejoria inmediata en el 90% de los pacientes. Se estima que un 10% de los pacientes intervenidos presentan después de la cirugía un ronquido residual, lo que requiere más estudios y eventualmente una endoscopia del sueño infantil. Existen otros sitios de obstrucción de la vía aérea poco frecuentes, que hay que descartar en estos casos.